Una mera masturbación, una paja,
está siendo de utilidad para el linchamiento político de una concejala
socialista de un pueblo de la provincia de Toledo, en España. La filtración de
un video íntimo ha obligado a esta mujer a abandonar su cargo público. En
similar retroceso, un profesor en la provincia de Formosa, Argentina, ha sido
despedido por mostrar al alumnado un video sobre cómo debe utilizarse un condón.
Ya se sabe la moralina sotánica de
la curia sigue teniendo más peso que la razón. Y las fuerzas del Opus Dei y los
Legionarios de Cristo continúan siendo focos de poder que todo lo mandan y
legislan.
Son tiempos en que el asesinato
de toros ha vuelto a llamarse “cultura” y a emitirse por TV en horario de
tarde, para que esa niñez incipiente se nutra de los “valores” de la España
profunda, casi arcaica, y entre los que el tocarse es sacrílego. Al igual que
hablar de aborto libre en tanto una decisión de la mujer y su cuerpo, de
educación sexual en una Argentina en la que se expulsa a un maestro, pero sigue
profesando su fe un cura que saluda al genocida Videla en su cumpleaños. Usar
condón no, asesinar sí.
En un país donde se inauguran
millonarios aeropuertos que no sirven para el aterrizaje de aviones, se queman
bosques para poder construir chalé y campos de golf, se cambian leyes para
regar las playas de cemento, se mantienen íconos de la dictadura franquista, se
niega la atención médica a las personas que no tienen trabajo, resulta irónico
que deba renunciar alguien por la mera razón de masturbarse. ¿Acaso alguien puede
decir que nunca lo hizo? Hipocresía pura, tanta como la que encierra la
denuncia contra ese maestro acostumbrado a enseñar en aulas con un
alto índice de embarazo adolescente.
Exaltar la ruindad y condenar el
placer, paradojas de un mundo donde la paja parece estar siempre en el ojo
ajeno, o en la Web o en las aulas, que viene a ser lo mismo.
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