lunes, 23 de marzo de 2015

Aqui no sobra nadie



Son un mero número, una fría estadística. Las supuestas personas culpables de todo: de la delincuencia, de la bajada de sueldos, de la falta de plazas en guarderías y escuelas, de las listas de espera de nuestra destruida sanidad pública. Culpables y por eso, o tal vez para que eso creamos, el modelo de Democracia que nos han impuesto les niega una y otra vez sus derechos políticos.

Dirán los medios de comunicación que en Andalucía ha crecido la participación ciudadana, que un partido ha obtenido más votos de lo esperado, que otro se ha desmoronado, que la jornada ha sido un ejemplo democrático. Pero nadie dirá nada sobre estas personas invisibles a las que se les niega el derecho a votar.

Son las mismas que trabajan en los campos de la oliva, las mismas que dejan su sudor bajo los kilométricos plásticos de los invernaderos que cubren Almería, las que acompañan a miles de ancianos y ancianas andaluzas, las que atienden la panadería de la esquina o la pescadería del mercado. Las que cuidan a los hijos e hijas de esas otras personas que se llenan la boca hablando de Democracia, dando lecciones, pero prefieren elección tras elección, negar ese Derecho vital del voto.

Son quienes junto a cada andaluz y andaluza pagan sus impuestos, trabajan de sol a sol, llenan de vida los barrios y construyen su sociedad, pero sin derecho a poder elegir a quienes regirán sus destinos.

Son 661.520 personas migrantes que viven en Andalucía (según los datos estadísticos a 1 de enero de 2014), pero ayer no votaron. No les dejaron, se lo impidieron. Quizá por eso sea tan fácil culparles, estigmatizarles, perseguirles, explotarles.

Sabemos que para las elecciones municipales de Mayo próximo gran parte de las vecinas y vecinos migrantes no podrán votar. Quienes mandan, quienes vienen escribiendo las leyes, apenas si han dispuesto que tengan derecho a hacerlo sólo los y las migrantes que han nacido en otros países de la Unión Europea.

Y en un segundo plano, más burocratizado, han estirado este simulacro de derecho a las y los nacidos en países con quienes España haya firmado un convenio especial que lo permite bajo ciertas reglas específicas: Bolivia, Cabo Verde, Colombia, Corea, Chile, Ecuador, Islandia, Noruega, Paraguay, Perú, Trinidad y Tobago y Nueva Zelanda.

En AHORA MADRID soñamos una sociedad distinta, plural, amplia. Una sociedad donde todas las personas que la habitemos seamos consideradas ciudadanas, sin diferencias por el lugar donde se haya nacido, la situación administrativa o el color de piel. Para nosotras es fundamental que cada persona pueda ejercer sus Derechos políticos. Decidir libremente participar o no, elegir, postularse.

No nos extraña que esta forma de exclusión esté vigente en pleno Siglo XXI. Cómo extrañarnos si fue esta misma política la que en el año 2000 impuso una Ley de Extranjería en donde el derecho a sindicarse, a huelga, a reunión y asociación de las personas migrantes quedaba limitado a una vinculación laboral y, por ende, a sus papeles. Y hace apenas 8 años, en 2007, que el Tribunal Constitucional anuló aquella exclusión legalizada, declarándola inconstitucional.

Ahora es el momento de exigir Derechos políticos para todas las personas que habitan nuestra ciudad, y queremos ponerlo en práctica desde hoy mismo, desde nuestras elecciones primarias. Cada persona que viva en nuestra ciudad tendrá derecho a elegir, a votar.

Cada vecino español, cada vecina migrante. Entre todos y todas construimos a diario el sentir de Madrid, y todas tenemos derecho a elegir quienes queremos nos representen en las elecciones del mes de Mayo.

Es un comienzo, un primer paso. Que sabemos no alcanza, pero que demuestra el compromiso de quienes hacemos Ahora Madrid. Somos muchas las personas migrantes que ponemos el hombro cada día para hacer de esta capital una ciudad mejor. Es hora de ponernos en Movimiento.

martes, 13 de agosto de 2013

En bandeja



En bandeja sirvió la despedida, como quien agarra el mate en esas tardes grises y frías de la nostalgia, acariciando su pancita verdosa, aferrándose a los últimos calores del abrazo cercano.

Mirada acuosa y sonrisa de “no pasa nada”. Caminos. Esperanzas que despiertan para volar. Anhelos misteriosos que continuarán en la distancia de los mares, allá donde la injusticia parece acrecentarse y necesita de ojos y corazones que arropen a las víctimas.

En bandeja ofrece siempre su amistad, en realidad. Con mensajes servidos en la medianoche de las lunas, acompañando trasnoches de desvelo, despertando quimeras, alentando palabras para que el acunar de las horas fuera apenas un mero tránsito entre el brillo de los días.

Como quien acomoda cada cosa en su lugar, la yerba, el mate, la pava. Sus decires tienen la precisión de la buena cebadora, siempre en su punto, con la calidez que llega al alma, con ese calorcito que no quema y sin embargo arde en el fuego de las dignidades que anda regalando.

En bandeja me ha ofrecido abrazos y querencias, charlas prolongadas, sueños, palabras, consejos. Sonrisas y lágrimas (pocas), comprensión y entereza, debates políticos y sociales, recomendaciones vertidas desde la humildad que solo tienen quienes saben. En bandeja me ha legado un compromiso a veces desgranado en esos impulsos que llevan las personas como ella, que están dispuestas hasta lo imposible por cuidar a quienes tienen al lado.

En bandeja me ha dejado su adiós, y mientras tomo unos mates en la soledad de esta tarde calurosa de verano, ya pienso en el día en que estos verdes sepan a sus manos y la compañía de su amistad ponga en su punto esta cebadura acuosa y lavada que empieza a extrañarla.

miércoles, 31 de julio de 2013

El país que no miramos

El país que no miramos, el que nos ocultan, el que nos cuesta ver porque tenemos miedo a formar parte de él...el que no se va de cañas, el que el cine suena a ciencia ficción, el que no puede ir a una mani porque sus minutos se cuentan en busqueda de monedas para pagar el plato de comida, el que no come, el que ve como sus hijxs dificilmente puedan aducarse cuando van al aula sin alimentarse, el de los niñxs que copian lo del compañeritx que si pudo tener un cuaderno, el de panzas vacías, el de los abrazos rotos y familias quebradas, el que se aguanta las enfermedades en el silencio del dolor. El de quienes ni siquiera tienen para subir al bus que le permita ir a retirar la bolsa de comida que da una ONG, el que muchas personas que formamos el otro país nos empeñamos en señalar como vagxs.

El país que no miramos, y que nos mira desde ahí abajo, con su dignidad a flor de piel y nos recuerda que nosotrxs que aún podemos, estamos a tiempo de cambiar la historia o, sencillamente, de pasar a formar parte de ese otro país que tanto nos cuesta creer, pueda ser el nuestro. http://www.eldiario.es/desalambre/pobreza/Todas-semanas-alguien-suicido-hijos_0_159234587.html

sábado, 25 de mayo de 2013

Los desafíos por venir

El ataque neoliberal parece arrasar con todo y entre sus estrategias para dejarnos sin nada destacan dos sobre el resto: desviar la atención a culpables que no lo son, como las personas migrantes, y la más efectiva, abrumarnos con sus planes de ajustes y reajustes, violencia social, policial y mediática para que nos sintamos impotentes ante ese arremetida de malas noticias.

Estamos como esos boxeadores a los que un golpe en el mentón los ha dejado grogui, sin caernos a la lona, tambaleantes, pero fundamentalmente sin posibilidad de una respuesta que no sea cubrirnos, intentar salvarnos de que el próximo golpe nos derrumbe por completo. Nos cubrimos el mentón y nos pegan en el pómulo, nos cubrimos el pómulo y el golpe va al hígado. Un metáfora que se ve representada en nuestra necesidad de correr de uno a otro lado, a parar un desahucio, a evitar una expulsión, a frenar una redada, a manifestarnos…pero cada vez menos nos deja tiempo para repensarnos en estrategias, en nuevos discursos y tácticas para enfrentar sus nuevas armas.

Hay que reconocerle algo al poder, sabe lo que hace y cómo hacerlo. Al fin y al cabo la “receta” que nos está aplicando ya se cocinó en muchos otros países… pero no precisamente para garantizar bienestar y, ni siquiera, un plato de comida.

Primero, montaron la caverna mediática más retrógrada que hayamos podido imaginar, pero también muy efectiva para lavar cabezas. Sin dudas el ataque de leyes y ajustes no sería posible sin la fuerza de esos mensajes contaminados, mentirosos, que cubren toda la parrilla de la pantalla, con la anuencia de periódicos en manos de grupos económicos de entrecruzados intereses nacionales e internacionales, e incluso con accionistas de grandes grupos inversores y financieros.

Vieja estrategia, primero ganar la batalla mediática, y luego, todo es más es fácil. Por eso, quizá, llevan años hablando de que no hay dinero para todas, que el Estado no da más, que es necesario ser competentes (y en consecuencia solo las personas inútiles no podrán alcanzar el éxito), que todo en manos privadas funciona mucho mejor, etc.

Y ahora la segunda batalla, la de implementar las medidas, y que encuentra una sociedad contaminada y –esencialmente- con mucho miedo… a perder el trabajo, a protestar, a perder los papeles, a que me expulsen, a que me sanciones, a que no me renueven el contrato, a que me encarcelen, a que me multen, a juntarme con esa otra persona que vino de otros lados y es quien puede ocupar mi lugar de trabajo en cuanto me descuide, a interactuar, a solidarizarme, a acercarme a cualquier estrategia social que desde la misma caverna han dado en llamar “nuevos terroristas”, “guerrillas” o parecidos.

En ese contexto, con más de cinco millones de personas desocupadas y subiendo, es decir un 25 por ciento de la población activa sin trabajo y entre las más jóvenes más de la mitad de ellas. Con el fin de la atención sanitaria gratuita, la no renovación de las profas y profes interinas y la consecuente superpoblación en las aulas, el quiebre de la pequeña y mediana empresa, más de 150 familias por día que quedan en la calle por los desahucios, aumento de impuestos, mayor presión fiscal y bancaria, el panorama se presenta realmente oscuro.

A nadie escapa que todo este ajuste representará más exclusión, una escuela cada vez más cercana a funciones de contenedor social que las meramente educativas, la tercera edad abandonada y una nueva generación que difícilmente pueda alcanzar el estado de bienestar que supimos conocer. Mayor conflictividad social, problemáticas sociales que se acentúen (violencia de género, droga, personas en la calle, irascibilidad en la gente, depresión, suicidios, etc.). A nadie escapa que lo que nos tocará vivir será duro, pero las consecuencias, los efectos reales, tal vez recién los podamos ver en la generación venidera.

Sin embargo, y aunque el frente de tormenta realmente asusta, como espacios que creemos en la construcción conjunta para defender derechos sociales de todas, en la elaboración de redes de resistencia y solidaridad, tal vez sea en este contexto donde podamos finalmente encontrar eco a esas viejas consignas de la lucha precaria, de construir sin distinción porque alguien haya nacido en uno u otro lugar.

La ruptura del Estado de derecho va a suponer, posiblemente, que muchas personas que acudían a los servicios sociales de la comunidad o los ayuntamientos, recurran a nuestras redes y será un desafío construir conjuntamente alternativas para hacer frente a las nuevas problemáticas. Luchamos contra una tradición onegeista, una concepción tradicional que crea dependencia en quien recibe, donde quien se acerca viene a que le den una solución pero rara vez a buscarla juntas, y estará en todas nosotras, poder contagiar nuestras ganas y modestas –pero no por ello menos importantes- experiencias de construir y soñar coletivamente, de arrimar el hombro.

Lo estamos viendo ya. La experiencia de lucha barrial contra los desahucios nos está marcando el camino de que es posible. No importa si el banco se quiere quedar con la casa de Mohamed o de Ana, de Roberta o de Manolo. Importa que ellas se han juntado, se han entendido, se han sentado a pensar en su lucha y hemos entendido, que ese es el camino.

Ha llegado el momento que desde muchos colectivos veníamos anunciando: cuando una persona es privada de un derecho, nos están privando a todas, porque nunca se sabe donde se frenará la guadaña cercenadora de quienes mandan. Lo que hasta ahora era prohibir de derechos a las personas migrantes, se ha extendido a privar de los mismos a gran parte de la sociedad, parece que llegan los tiempos –finalmente- de todas reclamar por los derechos de todas. La lógica que están empleando es siempre la misma: la versión utilitarista de que si no produces no sirves; si no ganas no eres persona; si no tienes, no vales. Y mucha gente que se acerque seguro llegará con la autoestima tan herida que considere que no vale, que no sirve, que ni siquiera es.

Por eso el desafío de seguir construyendo será, como siempre, desde los propios cuidados y el de las compañeras y compañeros. Empezar por ahí para ir levantando ladrillos en la construcción colectiva. Aprehendiendo de todas las experiencias ya desarrolladas, porque aunque ninguna podamos considerarnos inventoras de nada, sí debemos sentirnos capaces de todo.

Tal vez vayan quedando desfasadas viejas herramientas y sea necesario implementar nuevas. Por eso, en ese caminar, será fundamental revisar una y otra vez los mecanimos y dispositivos que vayamos creando. Tener espacios de pensamiento y construcción de discurso…las personas que mandan quieren que no pensemos, que lo nuestro sea correr y correr, que no está mal porque estamos viendo que también se logran éxitos colectivos. Pero necesitamos pensar, evaluar, aprender y desaprender. Porque en ese freno podremos conocernos más, fortalecer nuestras redes y seguir creciendo.

Quizá sea esta reflexión un tanto optimista, pero pensamos que ya está la realidad para pegarnos en el día a día como para ponernos límites a la hora de proyectarnos como colectivos en red. Las luchas sostenidas hasta el momento no han sido fáciles, y seguimos aprendiendo en el día a día; lo que viene parece será peor, pero aquí estaremos, dispuestas a construir entre todas por ese mundo mejor que ya no solo debemos sentir como posible, sino como urgentemente imprescindible.

sábado, 11 de mayo de 2013

¿Abriendo puertas?



La suspensión de la toma de testimonios vía conferencia de las víctimas de la dictadura franquista deja otra vez en evidencia que la convicción del Gobierno argentino, o al menos de sus representantes políticos en España, no parece ser una prioridad a la hora de apoyar unos juicios que resultan imprescindibles para las cientas de miles de personas torturadas, asesinadas o desaparecidas durante un régimen que se extendió por décadas y que abarcó todos los rincones del Estado español.

Víctimas a las puertas de la embajada argentina en Madrid, a la espera de las videoconferencias
Ya en agosto de 2012 la jueza que entiende en la causa presentada en Argentina, Romilda Servini de Cubría, tenía todo previsto para venir a España a tomar declaración a las personas que atestiguarían frente a la Justicia argentina. Sin embargo, la falta de apoyos de Argentina a la hora de poner los medios necesarios para garantizar este ejercicio de justicia universal, abortaron aquella misión.

Ahora, con los testigos a las mismas puertas de la Embajada argentina en Madrid, con esa indescriptible sensación de que por primera vez una jueza escucharía su testimonio, con la emoción de que al fin la Justicia se ponía al servicio de las víctimas. Otra vez cuando todo estaba listo, alguien bajó el pulgar. Primero un fallo técnico retrasó todo durante una hora, esos fallos que solo aparecen cuando algo parece no querer hacerse…

Luego la confirmación de que la esperada videoconferencia no se haría en virtud de una queja del Estado español, un argumento falaz para un Gobierno que se precia –y con razón- de perseguir los crímenes contra los Derechos Humanos. También el menemismo cuestionó y presionó hasta el hartazgo cuando el juez Baltasar Garzón enjuició al militar Adolfo Scilingo y pidió la extradición desde México de Miguel Cavallo, pero ambos terminaron enjuiciados y condenados. Es decir, se puede, cuando hay voluntad política se puede. 

Dicen que cuando Néstor Kirchner eligió a Carlos Bettini como embajador en España lo hizo pensando en la necesidad de contar con un “abridor de puertas”. Sus vínculos al partido socialista al punto de ocupar durante años cargos importantes en la Defensoría del Pueblo español, su relación personal con el líder socialista Felipe González y hasta su participación –al menos así lo reseñan muchos libros, informes y notas periodísticas- como lobbysta de las multinacionales españolas a la hora del expolio de las empresas públicas argentinas lo convertían en un fichaje interesante. Sin olvidar los años al servicio del gobierno menemista como asesor en el Ministerio de Justicia argentino y su participación en empresas como la constructora española Dycassa o la misma Iberia, en aquellos años de privatizaciones y contratos millonarios.

Para abrir puertas, en efecto, hay que tener llaves y en la embajada argentina parece que alguien las tiene en el bolsillo. Ya sabemos, las llaves abren y cierran con la misma eficacia y contundencia, habrá que ver si ahora que los vientos de Justicia soplan desde el extremo sur quien tiene el llavero colgando del pantalón se precia a mantener la puerta abierta. De ambos lados de la cerradura en tanto, seguiremos clamando Justicia y dispuestos a derribar las trabas, si es necesario.

jueves, 25 de abril de 2013

6.202.700



Quien crea que no saben hacerlo se equivoca. la Reforma Laboral fue implementada para esto, el sistema necesita de una masa salarial parada y temerosa para abaratar costes, que quienes aún están trabajando al mirar alrededor sientan el miedo en el cuerpo y piensen en aceptar la peor condición con tal de no terminar como aquellas personas caídas en desgracia.

Una masa de personas desempleadas y con miedo, de eso se trata, que no solo somos víctimas de esta estrategia sino que en el devenir del tiempo, en la perpetuidad de la situación, lo que ellos llaman "parados de larga duración", empecemos a sentirnos también culpables... por nuestra incapacidad para tener un trabajo, porque no estudiamos lo suficiente o lo hicimos demasiado bien. Y así comienza el tortuoso juego de hacer currículum de los más variados, el verdadero, el de nuestra profesión, pero también el que nos habilita para trabajar en la construcción, jardinería, dar clases de apoyo escolar y -de ser necesario- especialista en técnicas de exploración de cometas y descifrado de mensajes alienígenas...Todo vale

Nada desgasta más que el tiempo libre y la cabeza explotando a la par que la impotencia crece, la humillación de salir a buscar y llegar a casa sin nada, el plato de comida más escaso y racionado –cuando hay algo que echarle-, el "no" a flor de piel al pedido inocente de un hijo/a, la cuchara que cada vez hace más ruido raspando la olla, el no tener para comprar el cuaderno del colegio, el abandonar la Universidad, el aguantar la enfermedad porque ni siquiera hay dinero para coger el metro e ir al Hospital.

No, no se equivocan. Saben lo que hacen. Lo han hecho una y otra vez, hasta ahorcar a los pueblos del mundo. Han condenado a sociedades enteras a la explotación laboral y a la desesperación personal, y ahora es el turno de España, aunque nos duela y algunos hasta tengamos sensación de un deja-vú de nuestras vidas.

Por eso no quieren que nos juntemos a charlar en una plaza, por eso nos pegan cuando intentamos reclamar... no les importa el orden público, que cortemos una calle, que intentemos rodear un Congreso…
Su miedo radica en que nos reconozcamos en la lucha, que nos pongamos rostros, que nos humanicemos. No quieren que perduren esos mimbres entretejidos en la sabiduría de los de abajo, de quienes ya han visto que el único camino es andar juntas: creando, construyendo senderos alternativos: roperos comunitarios, ollas populares, acompañamientos a hospitales y centros de salud, préstamo de libros, grupos de consumo, cooperativas, plataformas contra los desahucios, por la sanidad y la educación pública, etc.

En el fondo, se trata de que sigamos siendo un número: tal vez te ha tocado el 634 o quizá seas el que hoy aparece en todos los periódicos: la parada número 6.202.700. ¡Bingo! Nos reducen a una estadística y temen que volvamos sentirnos personas. Prefieren vernos así, solas, tomando decisiones radicales en la penuria que marca la pérdida de todo eso que habíamos logrado conseguir, en ese punto en que los sueños hasta ayer palpables hoy ganan las distancias de las utopías.

Personas avergonzadas en su entorno, con el cartel de fracasadas sobre las espaldas. Porque la soledad tiene eso, no permite vernos como parte del todo, como lo que realmente somos, víctimas de una maquinaria que tritura vidas y nos necesita así, despedazadas, tristes, recluidas en nuestra trinchera. Y peor aún, ayudadas caritativamente por el Estado que -¡eso sí!- nunca se olvida de esa “ayuda” que reduce la emergencia, pero no hace más que hundirnos en el sumidero de la frustración. Personas, paradas, con miedo y con la caridad mal entendida que entra por las ventanas de la mano de las siempre disponibles empresas (¿O aún debería llamarle ONG?) que te dan la bolsita de comida con una mano, y la otra la mantienen abierta a su espalda porque el mismo Estado que oprime dejará caer la recompensa a tan loable tarea de contención social.

Difícil tarea la de resignificarnos como personas en medio de tanto número, matemáticas que procuran tapar historias e incluso destruirlas. Quien crea que no saben hacerlo, se equivoca… Llegó la hora de demostrar que nosotras, sabremos hacerlo mejor.