El mundo espera de Estados Unidos la condena al bloqueo que Israel mantiene sobre el pueblo palestino. Contradictorio ejercicio para la administración Obama, incapaz hasta el momento de terminar con el brutal bloqueo que la propia potencia del norte americano mantiene desde hace décadas contra el pueblo cubano.
El asalto asesino de Israel contra la flotilla humanitaria en medio de aguas internacionales no es más que un nuevo paso en el camino de la ignominia de un mundo cuyos poderes se mantienen a fuerza de sangre y fuego.
Parece no haber demasiada diferencia, en todo caso, entre este ataque y los bombardeos en Irak o Afganistán, al fin y al cabo es la imposición impune de dos fuerzas que se sostienen y defienden mutuamente, más allá de maquillajes que no cambian nada, sino que –por el contrario- perpetúan una tragedia humanitaria ante las miradas cómplices de un mundo ciego.
En ese marco nada resulta más peligroso para los pueblos del mundo que el bloqueo que vive una comunidad internacional conformada por anodinos hombrecillos de traje y corbata o damas que derrochan glamour en reuniones millonarias que a nada conducen. Horas de disputas, para lanzar declaraciones altisonantes y que todo siga igual.
Israel atacó hace una semana a la flotilla humanitaria asesinando a 9 cooperantes, secuestrando a centenares de ellos y encarcelándolos. Pero todo sigue igual, días después ha abordado a otra flota humanitaria y aunque esta vez no ha habido muertos, se repite el secuestro, la cárcel y las torturas.
Decía el historiador y pensado escocés Thomas Carlyle que “la plática que no incita a la acción, más que soportarla, resulta un tormento escucharla”. Europa y el mundo entero siguen bloqueadas de acciones concretas. Apenas palabras, muchas palabras... que ya no se aguantan.
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