Diez mil toneladas de ayuda humanitaria son un arma a temer por el imperio israelí, y por eso se permite atacar a los barcos que navegaban aguas internacionales para atenuar los efectos del genocidio contra el pueblo palestino.
Libros de cuentos escritos por cientos y cientos de niños y niñas españolas, traducidos al árabe, para que esos peques que a diario conviven con la muerte y la desesperanza, sepan al menos en que hay una palabra llamada libertad, y otra vida, y otra Justicia, y respeto, y paz, y amor, y…
Medicinas, para que los médicos puedan hacer una escayola (yeso) cuando alguien se fractura, tener gazas para cubrir una herida, medicamentos para curar los dolores y quemaduras –muchas veces mortales- causadas por esa otra arma que utiliza Israelí, las bombas de fósforo, cuyo uso ha sido prohibido ya hace mucho en el mundo entero…pero ya sabemos que Israel está en su mundo.
Equipos generadores de energía, para un país que sufre unas 60 horas de corte de luz por semana, con hospitales donde si el corte es en medio de una operación, sólo la habilidad de los médicos para masajear el músculo cardíaco permite que el paciente salga adelante y no se quede en la operación. Sí, puro corazón.
Y alimentos, muchos alimentos para un tierra bloqueada por tierra, por mar y aire, donde no hay comida ni forma de hacerla llegar. Peligrosa acción terrorista la de intentar que un pueblo no muera de hambre.
Armas de construcción masiva que apenas sirven para atenuar una de las mayores catástrofes humanitarias que la población mundial recuerde. Cultura, salud y comida, tenebroso armamento internacional a los que sólo pueden temer los Estados opresivos y genocidas como Israel.
No hay comentarios:
Publicar un comentario