El Gobierno español anuncia medidas de ajuste que tocan las pensiones, rebajan los sueldos de los funcionarios, quitan la ayuda social a madres primerizas… es decir que recaen con toda su fuerza sobre los de siempre, los que menos tienen. Los bancos, la iglesia, los gastos militares, siguen en tanto en un creciente ascenso en la recepción de ayudas oficiales. Pero nos dicen, nos juran y perjuran que el ajuste para los que más tienen, para las grandes riquezas, ya está llegando, ya viene. ¿Creerán que somos tontos?
Para calmar las aguas, entonces, el ministro de Fomento, José Blanco, acude al plató de televisión de uno de los programas de mayor rating en la mal llamada prensa rosa (mala por lo de prensa, digo), La Noria. Sentado en la misma silla donde sábado tras sábado figuras y figurantes pasan para dejar sus lágrimas de ficción, peleas pagadas y vidas de pacotilla, Blanco parece comenzar, en ese acto con una nueva fórmula de vulgarización de la política. Una sentencia de muerte para el encefalograma plano que es el debate político español. Ya no sólo no sabemos debatir, sino que entramos a su casa como tertulia del corazón. Penoso.
Para completar el cambalache político televisivo donde grandes hermanos, aventureros, educa perros, padres e hijos y la disfonía de los triunfitos, se reparten gran parte de la programación, una cadena ahora ha sacado el programa “mujeres ricas”. Sí, ahora no sólo son las ricas y ricos que todo lo tienen, sino que lo refriegan en las narices de un país con casi 5 millones de personas paradas, más de 500 mil familias que no pueden pagar sus hipotecas, etc.
Casi simultáneamente se conocen las propiedades del presidente del Congreso, José Bono, quien en medio de las excusas con las que intenta defenderse, nos desvela que uno de los “pisitos” en realidad es de su hija. Toda una precoz empresaria inmobiliaria que a los 10 años de edad puede jactarse de ya tener un piso a su nombre.
En tanto, un millonario mallorquín muere y decide dejar toda su herencia a los reyes de España y su familia. Ni siquiera las migajas tras la muerte pueden corresponderle a los que menos tienen o que quizá jamás nada han tenido.
Por su parte el presidente de la cúpula empresarial española (CEOE) no sólo se ha dado el lujo de quebrar una empresa aeronáutica de su propiedad y estafar (vericuetos legales y semánticos al margen) a miles de viajeros, sino también de llevar al borde de la quiebra a otro de sus conglomerados de empresas, Viajes Marsans. Por supuesto que estos hechos “menores” no pueden obstaculizar su brillante carrera empresarial y, por ende, es quien encabeza las negociaciones para una reforma laboral que el Gobierno está impulsando.
Así la lista de declaraciones y acciones patéticas puede extenderse indefinidamente, por caso la presidenta de la comunidad de Madrid acaba de organizar una conferencia de prensa para anunciar su baja del sueldo…ahora cobrará apenas poco más de 6000 euros al mes.
Apenas son estos algunos ejemplos de la degradante moral de nuestra sociedad, que me recuerda aquellos años 90 de Argentina, conocidos como los de “pizza y champagne”, un modelos de vulgaridad y retroceso en valores, cuando el presidente mismo iba a exacerbar su machismo en programas de escaso nivel, cuando los políticos y empresarios robaban y nos mostraban cómo lo hacían, y se reían en nuestra cara. Y se peleaban para la tv y acordaban en los pasillos para salvar sus riquezas.
Señales de la España de hoy, tan iguales de la Argentina de un ayer reciente. Tristes y lamentables coincidencias de dos países que se desangran entre la corrupción de los gobiernos y la pasividad de los pueblos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario