Poco cuesta para cualquier mortal el darse cuenta que la inmigración es, sin lugar a dudas, uno de los negocios más fructíferos en estos tiempos de la Europa fortaleza. No importa de donde es la persona migrante, muchos ganan en la danza de los papeles o, mejor dicho, de los sin papeles que desean tenerlos.
Las embajadas y consulados que cobran cifras siderales necesarias para pagar los increíbles honorarios de sus calienta sillones, los empresarios que se lucran con el trabajo en negro, precarizado, cuando no con la venta de un contrato por cifras que van de los 2000 euros y puede llegar, incluso, a más de los 5000. Las ONG que viven de sabrosos subsidios y ayuda oficiales, siempre sin abrir la boca, sin denunciar, conscientes de que de ese silencio depende el dinero que tan bien pasar les da.
También la policía claro, que no podía quedarse afuera del negocio. Según el Sindicato Unificado de Policía (SUP), hay órdenes claras de la superioridad porque cada día se detenga una determinada cantidad de inmigrantes, y así, sin más causa aparente que la sospecha facial de su origen, se ponen el uniforme y salen a su caza.
Innumerable cantidad de testigos, mujeres y hombres que han sido detenidos relatan cómo han escuchado a la policía decir “ya tenemos uno, nos falta el otro y ya hemos cumplido”, como en esas películas donde cada cazador debe llevarse una x cantidad de presas para sumar puntos.
¿Cuánto ganaran por cada mujer que llevan a comisaría? ¿Valen más que los hombres o se pagan igual? ¿Cotizan en euros, en su moneda de origen o como se ha denunciado a veces en los medios, son moneda de cambio para lograr días libres o ascensos?.
Como en la época de la colonia cada redada no sólo busca llevarse a estas personas indefensas, sino que se les exhibe como cual lacra o monigote de circo durante horas, para que el mundo civilizado y de blanquitos europeos (e inmigrantes ya empapelados) sepamos que esas personas son las que debemos reprochar, señalar, acusar, las que se han atrevido a saltar el muro. ¡Sacrílegos!
El negocio está servido y toda la (in)humanidad de este mundo desarrollado sigue con los ojos vendados. Mientras tanto, cuentan las malas voces, algunos están pensando en ponerle nombre a su chiringuito de eficacia y desvergüenza. “Redadas S.A.” sería el elegido, para ganar dinero a coste de los más desfavorecidos, nada nuevo a decir verdad.
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