viernes, 30 de octubre de 2009

Homenaje

Te imaginé gritando el gol de nuestro amado River. Guardo tu imagen de pequeño, de hace 10 años atrás, cuando aún el viaje a España era una quimera, los dos en la cocina de la abuela Celia, sentados frente a la tele, sufriendo con esa banda roja que nos cruza el alma.

Anoche a la distancia te volví a ver sentado, aunque ya no estabas entre nosotros. Comiéndote las uñas, agarrándote la cabeza cuando el burrito erraba uno y otro ataque, gritando un gol con esa sonrisa de pibe bueno que siempre te acompañó, sin un insulto de los que a mí sí se me escapaban contra el arbitro. Y otra vez me pregunté por qué la vida es tan perra con quienes menos lo merecen.

Seguro que igual lo festejaste donde quisiera que estuvieras (perdoname, pero a estas alturas de la injusticia, aquello de que cuando morimos vamos al cielo ya no me lo creo), que te abrazaste a quien tenías al lado y nos miraste desde ese sitio a donde nuestros ojos no pueden llegar y calmaste mis lágrimas de emoción.

Por suerte tras mucho tiempo nuestro River pudo darte una alegría, y se que hoy, por eso, estarás un poco más contento. Y el gol lo hizo Rosales, el de tu apellido, quizá porque el destino quiso homenajearte, o tal vez simple casualidad alimentada por mi imaginación y el deseo de que nada sea real. Que lo celebres David y no olvides que jamás te olvidaremos.

***A mi primo David.

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