El Gobierno argentino en toda una estrategia ha decidido pagar a la Asociación del Fútbol Argentino (AFA) 600 millones de pesos al año, algo así como 100 millones de euros para que se transmitan todos los partidos de la Primera División por televisión abierta y en forma totalmente gratuita.
No voy a ser yo quien en estas líneas se ponga a defender la postura de quien hasta ahora se encargaba del gran negocio televisivo, la cadena TyCSports. Ni mucho menos, como futbolero de alma, opinar que está mal que la gente pueda ver a su equipo, esa camiseta que sigue desde pibe y que muchas veces los domingos no podía seguir más que por la radio.
Ahora bien, dejando de lado -por lo banal e impresentable- las palabras de la presidenta argentina, Cristina Fernández, comparando la desaparición de 30 mil argentinos en la dictadura con una hipotética “desaparición de los goles”, está claro que la medida no puede menos que cuestionarse.
¿Puede Argentina gastar –que no invertir- 100 millones de euros para darnos fútbol gratis cuando los problemas sociales se cuentan por miles? La respuesta es NO, bajo toda consideración NO, a menos que se crea más importante el ocio futbolero (con todo lo que él significa para la sociedad argentina) que el aumento en los índices de mortalidad infantil, la escasez de medicamentos en los hospitales públicos, las deficiencias educativas y un largo número de etcéteras.
Sin ir más lejos, hace apenas unos meses conocíamos las estadísticas de 2007 de mortalidad infantil en el país, es decir de niños menores de 1 año, y tristemente se ha invertido la curva de descenso. Hubo casi 300 fallecimientos más que en 2006, última cifra hasta ahora conocida, pasamos de un índice del 12,9 al 13,3 por mil.
Y lo que es peor, de ellos el 60 por ciento los especialistas los atribuyen a causas de fácil prevención: educación sexual para prevenir embarazos no deseados, controles de embarazados (especialmente en niñas y adolescentes), y seguimiento y cura de enfermedades tan comunes como bronquiolitis y neumonías. Sin olvidar por supuesto deficiencias estructurales vinculadas a la pobreza (en muchos casos la indigencia).
No voy a ser yo quien en estas líneas se ponga a defender la postura de quien hasta ahora se encargaba del gran negocio televisivo, la cadena TyCSports. Ni mucho menos, como futbolero de alma, opinar que está mal que la gente pueda ver a su equipo, esa camiseta que sigue desde pibe y que muchas veces los domingos no podía seguir más que por la radio.
Ahora bien, dejando de lado -por lo banal e impresentable- las palabras de la presidenta argentina, Cristina Fernández, comparando la desaparición de 30 mil argentinos en la dictadura con una hipotética “desaparición de los goles”, está claro que la medida no puede menos que cuestionarse.
¿Puede Argentina gastar –que no invertir- 100 millones de euros para darnos fútbol gratis cuando los problemas sociales se cuentan por miles? La respuesta es NO, bajo toda consideración NO, a menos que se crea más importante el ocio futbolero (con todo lo que él significa para la sociedad argentina) que el aumento en los índices de mortalidad infantil, la escasez de medicamentos en los hospitales públicos, las deficiencias educativas y un largo número de etcéteras.
Sin ir más lejos, hace apenas unos meses conocíamos las estadísticas de 2007 de mortalidad infantil en el país, es decir de niños menores de 1 año, y tristemente se ha invertido la curva de descenso. Hubo casi 300 fallecimientos más que en 2006, última cifra hasta ahora conocida, pasamos de un índice del 12,9 al 13,3 por mil.
Y lo que es peor, de ellos el 60 por ciento los especialistas los atribuyen a causas de fácil prevención: educación sexual para prevenir embarazos no deseados, controles de embarazados (especialmente en niñas y adolescentes), y seguimiento y cura de enfermedades tan comunes como bronquiolitis y neumonías. Sin olvidar por supuesto deficiencias estructurales vinculadas a la pobreza (en muchos casos la indigencia).
Es cierto no podemos achacar a la presidenta o a este Gobierno causas que vienen de antaño, deficiencias estructurales. Pero sí no podemos aceptar que ponga en manos del todo poderoso presidente de la AFA, Julio Grondona, 100 millones de euros al año para salvar a clubes cuyos dirigentes se han llenado los bolsillos y lejos están de vivir por el fútbol, sino de él.
Lo dicho, en una tierra con el 15 por ciento de su población empobrecida y de ellos un 4,4 por ciento de indigentes (es decir casi 4 millones de personas), y poco más de un millón por debajo de la línea de la indigencia (aunque usted no lo crea, siempre se puede estar peor), que la pelota ruede por la televisión abierta o por cable es, a todas luces, insignificante.
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