viernes, 15 de mayo de 2009

Una de piratas



Ahí van las valientes tropas de la Europa aria a defendernos contra los piratas que surcan los mares del África negra…esos somalíes salvajes que acechan las aguas y se atreven a desafiar el poderoso imperio del orden mundial establecido, ese que los ha condenado a ver cómo barcos de las potencias de siempre vacían sus costas y dejan a su pueblo sin esa fuente tan importante de producción y, en algunos casos, de mera supervivencia.

Tecnología de último nivel, radares de control satelital, buques de guerra y fornidos marines se desplazan para asegurar que el pescado siga llegando a nuestras mesas. Los medios hablarán incansablemente de la valentía de estos hombres y mujeres, de sus epopeyas en aguas del mundo, de un despliegue que recuerda a las mejores películas de ultramar.

Divisiones enteras que luchan contra la injusticia de que esos venidos de culturas tan subdesarrolladas y violentas se animen a defender lo que consideran propio y se crean con fuerzas suficientes para atacar a los barcos que diariamente expolian sus aguas. Aviones, helicópteros, barcos y un moderno armamento sostienen las millonarias operaciones coordinadas entre la Unión Europea, China, Estados Unidos y otras potencias.

Quizá si dejaran que esos grupos a los que van a cazar se salieran con la suya, no perderían demasiado dinero, pero no vaya a ser cosa que algunos sigan el ejemplo y consideren que el imperio va a dejar avasallarse así nomás. ¡Ni un paso atrás!, ni el más poderoso puede darse el lujo de permitirse una debilidad.

Nadie se atreverá a decir que los verdaderos piratas son los barcos de bandera europea que están vaciando los mares de África y América Larina. El silencio cómplice mirará impasible como, tal lo que está sucediendo en las costas de Senegal, tradicionales familias de pescadores ya no pueden hacerlo cerca de la orilla porque los bancos de peces han desaparecido producto del accionar de las grandes corporaciones de pescadores que provienen de las naciones ricas.

Barcos españoles, italianos, estadounidenses, británicos y de otros países llevan años paseando sus mercancías a bordo ante la impávida mirada de poblaciones arrasadas por el hambre que desde la costa se preguntarán quién les ha dado derecho a esas gentes a quitarles lo poco que tienen. Riqueza y miseria separados por la línea de un horizonte, el que separa un mundo que arrebata y roba (con permiso de los gobernantes puestos por ellos mismos) y otro que se consume a diario entre la pobreza extrema.

Es cierto, tampoco los llamados piratas seguramente estén luchando por su pueblo o con idea de repartir las mercancías que se aseguran…pero eso no los hace peores que estos de guante blanco. Apenas los iguala, que no es poca cosa aunque la versión oficial los deje como los únicos malos de la película.

Mientras tanto nos seguirán vendiendo el nuevo cuento de piratas, sin pata de palo ni parche en el ojo. Apenas una venda que cubre nuestra mirada, lo suficiente para que no veamos que los auténticos ladrones llevan nuestra bandera.

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