
Acaba de suceder y no quería dejar de escribir sobre ello. Me emocionó verlo, un gesto sencillo que debería ser normal, una manifestación de vida que sin embargo en el hipócrita mundo del fútbol está prohibido y penalizado. Sí, Frederic Kanouté, jugador maliense del Sevilla Club de Fútbol ha demostrado tener pelotas (léase cojones) y desafiando las frías reglamentaciones de la Federación Internacional de Fútbol (FIFA) ha celebrado su gol mostrando una camiseta de apoyo al pueblo Palestino.
Van 40 minutos del primer tiempo y es gol del Sevilla. Kanouté no lo celebra, pesa en su mirada la muerte indiscriminada y no duda en salir caminando lentamente mientras se levanta la camiseta de su equipo. Abajo asoma una negra donde en Castellano se lee Palestina, y en árabe alguna frase más que no entiendo.
Sabe que será sancionado, pero es fiel a sus principios y a su religión musulmana. Pero mucho más que eso, es consecuente al sentir de un ser humano que, como todos nosotros, está siendo testigo del cruel genocidio al que está siendo sometido el pueblo Palestino, y desde su modesto lugar eleva la voz de repulsa.
El árbitro le muestra tarjeta amarilla y los chupa sangres de la FIFA ya estarán viendo que multa le pondrán por tan alevosa insolencia. El público aplaude el gesto del maliense y silva la decisión arbitral. El ni se inmuta, ni siquiera lo protesta. No le importa la sanción, pueden expulsarlo si quieren, hay algo mucho más trascendente que hoy ocupa su corazón.
El fútbol, como casi todos los deportes, se juega con pelotas. Kanouté ha demostrado tenerlas para saltarse todas las reglas y expresar su solidaridad, otros, siguen creyendo que disfrazándose de Rey Mago una vez al año alcanza para ser solidarios. Cuestión de pelotas, nada más que eso.
Van 40 minutos del primer tiempo y es gol del Sevilla. Kanouté no lo celebra, pesa en su mirada la muerte indiscriminada y no duda en salir caminando lentamente mientras se levanta la camiseta de su equipo. Abajo asoma una negra donde en Castellano se lee Palestina, y en árabe alguna frase más que no entiendo.
Sabe que será sancionado, pero es fiel a sus principios y a su religión musulmana. Pero mucho más que eso, es consecuente al sentir de un ser humano que, como todos nosotros, está siendo testigo del cruel genocidio al que está siendo sometido el pueblo Palestino, y desde su modesto lugar eleva la voz de repulsa.
El árbitro le muestra tarjeta amarilla y los chupa sangres de la FIFA ya estarán viendo que multa le pondrán por tan alevosa insolencia. El público aplaude el gesto del maliense y silva la decisión arbitral. El ni se inmuta, ni siquiera lo protesta. No le importa la sanción, pueden expulsarlo si quieren, hay algo mucho más trascendente que hoy ocupa su corazón.
El fútbol, como casi todos los deportes, se juega con pelotas. Kanouté ha demostrado tenerlas para saltarse todas las reglas y expresar su solidaridad, otros, siguen creyendo que disfrazándose de Rey Mago una vez al año alcanza para ser solidarios. Cuestión de pelotas, nada más que eso.
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