jueves, 8 de enero de 2009

Con los pantalones puestos


España se debate por estas horas sobre si el atuendo que lució la ministra de Defensa, Carmen Chacón, en los llamados actos de la “Pascua Militar” estuvo bien o, como cuestionan varios medios y especialistas de los pasillos de la monarquía, debió ir de vestido largo y no de pantalones como lo hizo. Un debate que, aunque parezca de lo más tonto, encierra dos cuestiones de relevancia suprema.

La primera de ellas es la visión enfermizamente machista por la cual los hombres deben ir de pantalones y las mujeres con faldas. Barbie’s y Ken’s, a disposición del protocolo de la Casa Real. Ellas de fino largo, ellos de elegante traje… nada de andar saliéndose de las encorsetadas reglas que rigen el protocolo de los actos oficiales por estos lados.

¿Se hubiera generado ese debate si era un ministro el que vestía el mismo pantalón y chaqueta? ¿Y la igualdad ante la Ley? ¿Y las libertades?... de eso nada. No importa entonces, el discurso que dio Chacón –con el cual, aclaro, en varios puntos no estoy de acuerdo- sino cómo fue vestida, la apariencia sobre la razón, lo superfluo que apisona el fondo de las cosas.

Y es lógico, solo así puede entenderse la segunda cuestión. ¿Cómo en pleno Siglo XXI sigue primando lo que ordene el protocolo Real por sobre los derechos más elementales que puede tener ya no una ministra, sino simplemente una persona? ¿Nadie se cuestiona que imponga una regla tan infame una familia que vive de los dineros del pueblo sin más actividad que algún partido de golf, una regata al año y salidas de caza mayor?.

Al menos nos queda de consuelo que en un Ministerio en donde el machismo más recalcitrante suele campar a sus anchas, una mujer-reciente madre- tuvo la valentía de demostrar quien lleva los pantalones puestos.

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