sábado, 5 de enero de 2008

La Iglesia am-puta-da



El comportamiento de la Iglesia Católica o quizá sea mejor decir de los mandamases de esa organización eclesiástica, cada vez parece alejarse más de los preceptos de igualdad que tanto nos han inculcado desde pequeño, profesaba Jesús.

Confeso católico, fraudulento practicante desde la misma adolescencia, debo decir antes que nada que mi acercamiento a la cuestión del clero fue de pequeño desde los más variados ámbitos y ha implicado desde jugar al fútbol en la mítica “canchita” de la Iglesia, a recibir la Comunión y Confirmación.... Entre medio, hacer de Rey Mago (y sí, el Negro Baltasar, ¿cuál otro?), cantar en el coro de la parroquia, y hasta dejar que el cura me lave los pies cual apóstol frente a todos los fieles!

Digo todo esto para que cualquiera que lea estas líneas y no me conozca en su debida forma, no vaya a acusarme de ateo asqueroso, pese a que –admito- estas palabras tienen grandes posibilidades de resultar incómodas para una mayoría de mis potenciales –escasos- lectores.

Lo que sucede es que los años nos van abriendo los ojos y las jugarretas del Papa y sus muchachos a lo extenso de la historia de nuestros días se hacen, sencillamente, más insoportables en vistas a un mundo que cada vez deja más excluidos ante el silencio cómplice y conspicuo de estos supuestos corderos con colmillos de lobo.

Leía hoy, por caso, que en el año 2006 se realizaron en España 101.592 abortos, lo que nos daría –en una población similar a la de Argentina- una media de casi 280 abortos diarios. Una realidad que asusta de cara al enorme fracaso en las políticas educativas y preventivas en torno a la educación sexual.

Pero claro, la Iglesia, mi iglesia, sigue en las suyas, levantando el cartelito de NO al aborto, NO al preservativo, NO a la educación sexual en los colegios, NO a los métodos anticonceptivos. Es decir, lisa y llanamente NO a mantener relaciones sexuales, un precepto ilógico, anacrónico, retrógrada, que sería hasta gracioso de no ser por las cientos de miles de chicas que mueren en países donde la misma Iglesia sigue negando la posibilidad de abortar con todas las protecciones sanitarias que resguarden sus vidas.

Eso sí, con cientos de casos de pederastia reconocidos y comprobados dentro de su mismo seno, aún no se le ha visto al Papa ni a sus discípulos condenar explícita y contundentemente este comportamiento aborrecible de sus representantes.

Súbditos del poder político de turno, los Papas, Cardenales y de allí para abajo toda la larga lista de cargos eclesiásticos cuyos nombres desconozco, han sabido perpetuar el poder de la institución a base de prostituirse en conceptos tan básicos como la igualdad del hombre y la mujer, la asistencia al más necesitado, la no ostentación de la riqueza y cada uno de los mandamientos que Dios legó en la legendaria tabla que entregara a Moisés.

Basta recorrer simples imágenes de curas bendiciendo asesinos como el dictador argentino Jorge Rafael Videla o el chileno Augusto Pinochet, a obispos dando la mano a personajes de la calaña de Hitler, Mussolini o Franco. O escuchar los testimonios que hablan de miles de curas que en el mundo han acompañado y acompañan sesiones de torturas, asesinatos y humillaciones.

Tampoco se los ve salir banderas en mano a reclamar porque en nombre de Dios se bombardean países y el reguero se sangre se hace cada vez más espeso. Así cuando los pueblos clamamos con un NO a la guerra unísono y contundente, las sotanas se guardaron en viejos arcones y no importó que la democracia que hoy gritan “corre peligro” en países como España fuera vapuleada por los intereses económicos del trío de las Azores (Bush-Blair-Aznar).

Es cierto, y esto es imprescindible remarcarlo, que son muchísimos, miles los curas que lejos de los designios de la jerarquía clerical sí llevan una vida cercana a los necesitados, pero lamentablemente su voz, como la de esos mismos desposeídos a los que asisten rara vez es escuchada.

Sería importante, entonces, en virtud de esta creciente prostitución del ideal religioso y católico que profesan los hombres que manejan las reglas de la Iglesia, que tantas concesiones que se les da desde el poder político de una vez por todas dejaran de tener vigencia. No más subsidios, no más materias religiosas en los colegios, no más decisiones compartidas…un mundo laico donde quien quiera conocer la palabra de Dios deba concurrir a la Iglesia y no encontrarla hurgando en cuestiones mundanas.

Así como reclamamos un médico cuando estamos enfermos, un farmacéutico para comprar un medicamento, el electricista para arreglar una lámpara y el jardinero para cuidar las plantas… que sólo sea en cuestiones religiosas donde encontremos la palabra prostituida (y de ser posible, sin prostituirse) de estos representantes de Dios devenidos en expertos educadores, políticos, sexólogos, planificadores familiares, y en cuanta materia se demande su palabra para defender los intereses políticos y económicos más espurios.

Al pan, pan. Y al vino, vino. Curas, obispos, cardenales y papas en las iglesias y allí dentro la palabra de Dios. Que así sea. Amen.
***Ambas imagenes que ilustran estas letras, son obra del artista plástico argentino, León Ferrari.

1 comentario:

  1. Estoy en un 100% de acuerdo con vos en este artículo,ya q' yo de igual igual manera pasé de ser católica a "una atea asquerosa" lo cual me tiene sin cuidado,y me atrevo a agregar, q' el clero es una mafia a nivel mundial hipócrita y repugnante.Por supuesto q' con el paso del tiempo (no muy lejano) se recordarán los viajes del egocéntrico Juan Pablo 2(obviamente su meta la consiguio "ser el papa q' + viajó), pero no así la peregrinación infinita de la Madre Teresa de Calcuta q' en distintas oportunidades se contagio de las enfermedades q' padecían los + desfavorecidos x q' la suya era una entrega de AMOR DEDICACION VOCACION,en fin...

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