miércoles, 2 de enero de 2008

San Silvestre Vallecana 2007: Los 4 fantásticos


Había que verlos desandar las calles de Madrid, cortando el viento entre luces y vítores...jinetes del apocalipsis, rayos envenenados dejando estelas en el asfalto ardiente. Fueron cuatro los valientes que aceptaron el desafío, apriori imposible, finalmente realizable: Edu, Bocha, Kbe y Pampa.
Contará la leyenda urbana que el cuarteto se juntó una hora antes de la largada en la siempre entrañable Vallecas, con más ganas de desistir de la idea que continuar rumbo a la proeza, 10 kilómetros no es mucho, pero demasiado para estos cuerpecitos serranos. De allí en metro hasta Nuevos Ministerios y en un breve y agotador sprint que hizo pensar lo peor hasta las mismas puertas del Santiago Bernabeu. "Ya son muchos, acá sobra gente, mejor nos volvemos", dirán que argumentó uno viendo la multitud que aguardaba el pistoletazo de salida.
En el recorrido, miles y miles de camisetas anaranjadas (indumentaria oficial), piernas trabajadas y gemelos que hablaban de días de entrenamiento contrastaban con las barrigas prominentes en algunos casos y pintas de todo menos de atleta, en los otros. Apenas la ilusión y la buena onda parecía poder presagiar un final que no fuera en la unidad de Urgencias del Hospital 12 de Octubre.
Nada de vida sana la de nuestros muchachos, tres llevando publicidad cervecera en el atuendo de la ocasión (camiseta de River), como para dejar claro que esas tripas no eran de agua mineral y gatorate. Uno con la casaca rayista, abeja tapada incluida, para que nadie dude que el sentimiento vallecano no va de la mano con los negocios de la familia Ruíz Mateos.
Veinte minutos de espera fueron los necesarios para que el miedo de fuera transformando en ilusión y ganas, la música que atronaba los oídos y calaba en los corazones, mientras en lo que es ya toda una tradición, chandal, camisetas y jerseys volaban por los aires disparados por brazos tensionados a la espera de la salida. Hasta alguno de nuestros velocistas pensó "si me cae un XL me lo llevó a casa", todo un espíritu de atleta el muchacho!
Verlos era toda una confirmación de que el atletismo no es lo de estos pibes. Bocha buscando un hueco entre las piernas ajenas para vendarse los pies a escasos cinco minutos del inicio, mientras de sus espaldas colgaba una mochila con más de un kilo de peso. ¿sobrado el pibe?, no, boludez pura!. Kbe con su ya mítica vincha y en virtud de la prominencia de sus fosas nazales absorviendo el aire de 5 metros a su alrededor. Edu con cuellito abrigado, mangas largas y precalentamiento en el lugar mostrando que ya es un tipo de experiencia en estas lides. Y Pampa intentando dominar su peculiar peluca "setentista", pantalón largo al cuello y despidiéndose de su madre vía móvil. "Vieja que sepas que te quiero mucho, y te dejo de herencia algunas deudas en el Caja Madrid", dijo graciosillo mientras del otro lado subía la preocupación, por la presión, su tobillo y defectos de fábrica varios.
18:15 fue el inicio definitivo, tras algunas avanzadas en falso, el paso era lento y casi de caminata veloz más que carrera. Encima a los 100 metros comienza la primera subida, donde Pampa empezó con su reclamo: "Edu dijiste que la subida era al final, nos engañaste vilmente". Audaz el muchacho de las llanuras pampeanas, a los 300 metros argumentó que los cordones de su zapatilla se habían desatado, así que la delegación tuvo que parar y esperar la parsimoniosa resolución del primer inconveniente... había que robar aire de donde fuera.
A partir de allí el paso se hizo constante, con nuestros muchachos maravillados de la alegría popular y el contagio optimista de los demás corredores. Se dice que el año que viene se espera un aluvión de inscripciones que superará ampliamente los 25 mil de 2007. "Si estos cuatro corren, como no nos vamos a animar", parecía leerse en las caras del público, toda una consigna para la San Silvestre venidera. “Nos pasó uno con el carrito”, atinó a decir Kbe, mientras una familia con su niño en cochecito dejó a nuestro equipo virtualmente parado a un costado de la senda.
Palabras aparte para la bajada de Puerta de Alcalá a Cibeles, multitud de personas y una iluminación de película que se hizo contínua hasta la misma estación de Atocha, con el esplendor del Paseo del Prado y un Bochita que sintió desfallecer justo a mitad de camino, pero que luego de detener su carrera y caminar un tramo, volvió con más fuerzas hasta alcanzar la meta. Vale el esfuerzo doblemente, medalla de oro para el chico de la mochila.
Fue a la altura de la estación de Atocha precisamente donde de un asistente con acento rioplatense se escuchó el grito de "sacate esa peluca, ridículo", que fue correspondido con el abrazo amigable y la sinceridad más absoluta: "no doy más, hermano" exaló Pampa como en un último suspiro tras despedirse del amigo uruguayo.
Mientras tanto Edu y Kbe continuaban a un ritmo constante, pocos diálogos y apenas algunos gritos (bastantes en realidad) de éste último que no podía contener el "aguante RIVER" con el que correspondía cada saludo cálido de quienes reconocían en su vestimenta los colores de la banda millonaria.
Ya sobre la Avenida de la Albufera y llegando al Puente de Vallecas nuestros valientes levantaron sus alicaídas cabezas en busca de la foto que nunca llegó. Familiares de Edu aguardaban con sus cámaras, pero como suele suceder en estos casos es casi imposible detectar a alguien en medio de la marea humana que avanza a paso constante y recibiendo el aliento de miles de personas que solidariamente, se volcaron a la calle a dar sus vítores a los corredores.
Un amigo del cuarteto–Luquitas- intentó bajar con una cerveza desde su casa, consciente de las vitaminas que ésta podía significar para los muchachos, pero se vio superado por la velocidad inusual, casi cósmica de los cuatro fantásticos.
A poco de allí la subida anunciada por Edu comenzó a visualizarse... calles y calles como revestidas de un manto naranja que se movía a ritmo sostenido hicieron presagiar que el final no sería fácil. Y así fue, costando a Edu la bajada de su ritmo frenético, también a Kbe y Pampa pero en menor medida.
Los últimos dos kilómetros se hicieron difícil, y quizá sin el aliento de la gente hubieran resultado imposible. Edu tenía razón cuando contaba a los muchachos que allí “te arrastra el clamor popular”.
El cartel de 2 kilómetros encendió la ilusión, lo imposible podía hacerse realidad...el de 1 ya demostró al cuarteto que la meta estaba casi entre manos. El de 200 metros, apenas sirvió para que a Pampa se le acalambrara el muslo de su pierna derecha y llegara rengueando a la meta.
El abrazo final de los 3 guerreros coronó el paso por la meta... 1 horas 8 minutos marcaba el cronómetro, y apenas un rato más tarde llegaba Bocha en un ejemplo de entereza y voluntad.
Habían arrancado como el 4 de copas...terminaron como los cuatro fantásticos. Dicen que ya piensan en la Maratón de Madrid... la historia será testigo.

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