
Alguna vez en la Argentina de los años ’70, aquellos en que las dictaduras militares azotaban a gran parte de las sociedades latinoamericanas, la campaña de lavado de cerebro orquestada desde el poder para contrarrestar las denuncias de los organismos de Derechos Humanos decía que “Los Argentinos” éramos, precisamente “Derechos y Humanos”. Trampas de la semiótica para cambiar de pleno sentido a una realidad que, en aquel entonces, se nutría de asesinatos, secuestros, torturas y desapariciones.
Mucho tiempo ha pasado, y sin embargo demasiadas dictaduras siguen aún con fuerza en los Gobiernos del mundo. En otros casos, sin embargo, los poderes han sabido solaparse bajo el paraguas de la Democracia y salirse con la suya en el vale todo de los mundos modernos. No importa lo que hacen, sino lo que son.
Para ser claros... Vale que sean democracias, aunque torturen, bombardeen, maten, vendan armas, y lesionen sistemáticamente los derechos más básicos que la Carta Universal firmada ante Naciones Unidas reconoce a todo ciudadano.
España, por caso, prevé utilizar chalecos de fuerza, esposas y cascos para la deportación de inmigrantes. Nadie de esa cartera, sin embargo, parece preocupado por determinar quién asesinó al joven nigeriano Osamuyia A. cuando era deportado en junio último. La TV se empeñó en resaltar que el muerto estaba acusado de agresión sexual en su país... Un hijo de puta menos!, habrá pensado más de uno, hasta que llegó la pausa y ya nadie se acordó de ese negro.
Dice en su argumentación el Ministerio de Interior, que estas medidas se toman para que los inmigrantes tengan una “repatriación digna”, y ante ello, queridos amigos, no cabría más comentario que una carcajada, de no ser porque serán miles los que cada año sufran las ideas luminarias de quienes levantan la bandera del “Encuentro de Civilizaciones”, pero se empeñan en que en estas tierras la mezcla sea la menos posible.
Es de noche ya, y quizá en estos momentos un grupo de policías llegue sigilosamente en dos patrulleros, descienda a unos metros del portal de un Centro para menores, entre y con una violencia impropia de su víctima se lleve a la rastra a un niño cuyo destino será la deportación. No ha robado, no ha peleado, va a la escuela e intenta aprender la lengua de Cervantes...pero es negro y sin papeles, aquí no tiene lugar.
Mañana, cuando el sol nos abra los ojos, cientos de los que han llegado buscando un sueño seguirán esperando su deportación entre las rejas de la cárcel para inmigrantes de Carabanchel. Mientras, otros uniformados montarán guardia en la Estación de Metro de Aluche, y cuando el morenito de rasgos indígenas o moros les pase al lado no dudarán en pedirle su identificación. A escasos metros caminará alguien trajeado, maletín en mano y sonrisa de propaganda electoral...usted siga señor, parece que es de los nuestros.
España y sus aulas universitarias bloqueadas para los que no tienen papeles que le den identidad. España y sus canchas de fútbol sin niños federados que no puedan acreditar estar en situación legal. España y su incumplimiento unilateral de los convenios que otrora beneficiaron a su pueblo emigrado. España y su deportación de menores a Marruecos, donde nadie asegura que serán llevados junto a sus familias. España y sus leyes cada vez más europeistas.
La España cada vez MÁS DERECHA, la España, cada vez menos humana.
Mucho tiempo ha pasado, y sin embargo demasiadas dictaduras siguen aún con fuerza en los Gobiernos del mundo. En otros casos, sin embargo, los poderes han sabido solaparse bajo el paraguas de la Democracia y salirse con la suya en el vale todo de los mundos modernos. No importa lo que hacen, sino lo que son.
Para ser claros... Vale que sean democracias, aunque torturen, bombardeen, maten, vendan armas, y lesionen sistemáticamente los derechos más básicos que la Carta Universal firmada ante Naciones Unidas reconoce a todo ciudadano.
España, por caso, prevé utilizar chalecos de fuerza, esposas y cascos para la deportación de inmigrantes. Nadie de esa cartera, sin embargo, parece preocupado por determinar quién asesinó al joven nigeriano Osamuyia A. cuando era deportado en junio último. La TV se empeñó en resaltar que el muerto estaba acusado de agresión sexual en su país... Un hijo de puta menos!, habrá pensado más de uno, hasta que llegó la pausa y ya nadie se acordó de ese negro.
Dice en su argumentación el Ministerio de Interior, que estas medidas se toman para que los inmigrantes tengan una “repatriación digna”, y ante ello, queridos amigos, no cabría más comentario que una carcajada, de no ser porque serán miles los que cada año sufran las ideas luminarias de quienes levantan la bandera del “Encuentro de Civilizaciones”, pero se empeñan en que en estas tierras la mezcla sea la menos posible.
Es de noche ya, y quizá en estos momentos un grupo de policías llegue sigilosamente en dos patrulleros, descienda a unos metros del portal de un Centro para menores, entre y con una violencia impropia de su víctima se lleve a la rastra a un niño cuyo destino será la deportación. No ha robado, no ha peleado, va a la escuela e intenta aprender la lengua de Cervantes...pero es negro y sin papeles, aquí no tiene lugar.
Mañana, cuando el sol nos abra los ojos, cientos de los que han llegado buscando un sueño seguirán esperando su deportación entre las rejas de la cárcel para inmigrantes de Carabanchel. Mientras, otros uniformados montarán guardia en la Estación de Metro de Aluche, y cuando el morenito de rasgos indígenas o moros les pase al lado no dudarán en pedirle su identificación. A escasos metros caminará alguien trajeado, maletín en mano y sonrisa de propaganda electoral...usted siga señor, parece que es de los nuestros.

España y sus aulas universitarias bloqueadas para los que no tienen papeles que le den identidad. España y sus canchas de fútbol sin niños federados que no puedan acreditar estar en situación legal. España y su incumplimiento unilateral de los convenios que otrora beneficiaron a su pueblo emigrado. España y su deportación de menores a Marruecos, donde nadie asegura que serán llevados junto a sus familias. España y sus leyes cada vez más europeistas.
La España cada vez MÁS DERECHA, la España, cada vez menos humana.
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