lunes, 10 de septiembre de 2007

Argentina. Gracias por el Fuego


Quema la historia en el silencio de los que no están. Quema la memoria en el recuerdo de los caídos. Quema la palma de las manos en el aplauso infinitamente agradecido a las “Viejas locas de Plaza de Mayo”. Treinta años de lucha ininterrumpida, de caminar por la senda de la memoria y la búsqueda. De golpear puertas que se cierran una y otra vez, de conjurar plegarias que se pierden en el Olimpo de Dioses sordos, ciegos y mudos. Tres décadas de una marcha con ampollas, de pieles arrugadas en el paso del tiempo y miradas perdidas en el infinito de la incomprensión. De voces firmes que se agigantan en el silencio de la indiferencia. Pañuelos blancos al viento, cerrados en férreos nudos que oprimen las gargantas pero no impiden el grito. Mantos sagradamente puros que arropan el pensamiento y la idea. Que abrigan el corazón y esa sangre que explota caliente en las venas y en un reguero de dignidad contagia las luchas del mundo. Quema el pasado por la soledad de las luchadoras, la bala asesina y la picana reiterada que lacera la piel pero no puede con el corazón. Quema el presente por la vergüenza de 30 años de un olvido estructural que sigue adeudando respuestas de vida, para sentenciar y condenar historias de muerte. Quema la vida en Argentina... Y las luchas de ayer siguen siendo las de hoy para perpetrarse en el mañana en otras causas justas de nuestro pueblo.
Gracias Madres, por mantener vivo el fuego de nuestros corazones.
Este escrito surgió del Aniversario de los 30 años de las marchas de las Abuelas de Plaza de Mayo, en Marzo de 2007

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