
Mire ambas fotos, compárelas. Ayer, 160 canarios llegan al Puerto de Garupano, Venezuela. Hoy, 54 inmigrantes del Africa, arriban a las costas canarias. Piense. Comience a hurgar en su historia personal y la de su pueblo, recorra viejos testimonios como quien desanda un camino de ilusión, acérquese a esa experiencia de vida llamada inmigración. Intente sentir lo que ellos sufrieron y sufren, comparta los sueños que aquellos llevaban y los que estos traen.
Vea, sienta, sáquese los prejuicios y piense que alguna vez –quizá- puede ser usted el que suba a un barco o a un avión, o tal vez su hijo, o quien le dice su nieto...En este mundo de calentamiento global, guerras ilegales (¿quién nos hizo creer que las hay legales?) y movimientos constantes nadie parece tener el lugar asegurado.
Y ya que está mirando ambas fotos le invito a invertir el juego... no se preocupe en buscar diferencias, no es necesario en este caso fruncir el ceño y agudizar la vista, tampoco acercarse a los detalles ni mirar hasta el picor de los ojos cada figura, sus rasgos y líneas. Ayer y hoy; blanco y negro y color; dos estampas, dos verdades, miles de historias.
Anímese, y contrariamente a todo lo que le diga su informe televisivo favorito o lea de invasiones de cayucos y robos de extranjeros, póngale el corazón...ya verá que placentero puede resultar el darse cuenta, y entender, que los de hoy no son distintos a los de ayer, sienta que lindo es sentirse esencialmente humano, sin diferencias y con tanto para compartir.
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