martes, 13 de agosto de 2013

En bandeja



En bandeja sirvió la despedida, como quien agarra el mate en esas tardes grises y frías de la nostalgia, acariciando su pancita verdosa, aferrándose a los últimos calores del abrazo cercano.

Mirada acuosa y sonrisa de “no pasa nada”. Caminos. Esperanzas que despiertan para volar. Anhelos misteriosos que continuarán en la distancia de los mares, allá donde la injusticia parece acrecentarse y necesita de ojos y corazones que arropen a las víctimas.

En bandeja ofrece siempre su amistad, en realidad. Con mensajes servidos en la medianoche de las lunas, acompañando trasnoches de desvelo, despertando quimeras, alentando palabras para que el acunar de las horas fuera apenas un mero tránsito entre el brillo de los días.

Como quien acomoda cada cosa en su lugar, la yerba, el mate, la pava. Sus decires tienen la precisión de la buena cebadora, siempre en su punto, con la calidez que llega al alma, con ese calorcito que no quema y sin embargo arde en el fuego de las dignidades que anda regalando.

En bandeja me ha ofrecido abrazos y querencias, charlas prolongadas, sueños, palabras, consejos. Sonrisas y lágrimas (pocas), comprensión y entereza, debates políticos y sociales, recomendaciones vertidas desde la humildad que solo tienen quienes saben. En bandeja me ha legado un compromiso a veces desgranado en esos impulsos que llevan las personas como ella, que están dispuestas hasta lo imposible por cuidar a quienes tienen al lado.

En bandeja me ha dejado su adiós, y mientras tomo unos mates en la soledad de esta tarde calurosa de verano, ya pienso en el día en que estos verdes sepan a sus manos y la compañía de su amistad ponga en su punto esta cebadura acuosa y lavada que empieza a extrañarla.

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