martes, 2 de agosto de 2011

Homenaje

Casualidades del destino, 38 años he tardado en poder llevar el apellido de mi madre, justo el mismo día en que fallecía Florentina Gómez Miranda, la mujer que en Argentina luchó como nadie durante su casi siglo de vida, por la igualdad de género.

No es fácil explicar lo que se siente, la satisfacción del cumplir un viejo anhelo, la alegría de sentir que se hace Justicia con mi historia personal y con la de mi mamá y mi familia materna, a quien le debo todo lo que soy, con lo bueno y con lo malo de mi ser.

Me pregunto cuándo fue que normalizamos eso de que los hijos e hijas solo pueden llevar el apellido de su padre, acaso la madre no ha sido quien lo ha gestado, quien ha dado a luz, quien en esos roles tan definidos en las sociedades machistas como las nuestras, le ha educado y acompañado en su crecimiento y cuidados.

¿Cómo no comprender esa necesidad en casos como el mío, donde la única referencia filial ha sido la madre, y sin embargo he llevado toda la vida el apellido de mi padre? A estas alturas no me creo autorizado ni siquiera a juzgar comportamientos ajenos respecto a mi vida. Solo pido respeto a una decisión íntima, personal, sentida y por ello mismo meditada en el transcurso de los años.

Es un homenaje a mi madre, pero también a mi abuela y a mi abuelo maternos, que me dieron todo cuando mucho faltaba, que dejaron sueños personales por ver cumplir los míos. Llueven los recuerdos en el desandar de las letras. También un homenaje a esos tíos que siempre acompañaron y apoyaron.

Pero sobre todas las cosas es mi propio homenaje, quizá egoísta, seguramente egoísta y personal, tanto como necesario. Ahora llevo dos apellidos, como debo ser y en el orden que siempre lo sentí, ahora llevo en mi DNI que soy hijo de quienes soy. Ahora estamos a mano mi identidad y mi historia personal.

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