Marcas sin nombre. Una, dos, tres… besos grabados del otro lado del cristal.
Una boca sensual y pequeña –supongo-, de labios gruesos –parece- y pasión en la expresión –imagino-. Reconstruyo una lengua que intenta penetrar la frialdad del vidrio que corta una ilusión y quizá, trunque una historia de vida.
Huellas de un alguien correspondidas por otro alguien. ¿Un hombre? ¿Una mujer?...vestigios de una despedida que procura ser eterna y durar hasta ese mañana, cuando un policía corra el vidrio y diga “puede besarle”.
El teléfono ya no tiene sonido, la voz del otro lado ya no se escucha. Pero esos cristales, hablan y dicen y cuentan que allí hubo una historia de amor jamás contada.
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