domingo, 20 de marzo de 2011

Fondo de almario

Tengo un fondo de almario que es mi vida, con él me abrigo, de él vivo, por él…camino.

Lo renuevo día a día, aunque a veces la fruición cotidiana de este mundo consumido en consumo (¡Vaya paradoja!) deje tiempo apenas escaso para atenderlo.

No es caro mi fondo de almario, no vaya a creer. Me ha llevado tiempo –eso sí- muchísimas horas. En él se acumulan momentos de búsquedas, siempre acompañados por un sueño, por el despertar de un amor y, por qué no, por la herida lacerante de esa ilusión que se evaporó en un simple “no” que le cerraba las puertas. ¿Acaso usted no ha salido a engrosar su almario en un momento de dolor? ¡Yo lo hago tan seguido! que a veces pienso, no voy a poder cerrar sus puertas.

Porque a pesar de ser amplio apenas ocupa dos cajones…Cuando está ordenado cada cosa guarda su espacio… ¡pero es tan difícil ordenarlo! Los sentimientos suelen tener la mala costumbre de enredarse, los sueños de confundirse, y las ilusiones de tornarse en lágrimas o sonrisas, según sea su estado de ánimo. Y cuando todo eso sucede la danza es implacable… los “ayeres” y los “hoyes” derivan ciegos en la mirada (des)esperanzada de los mañanas.

De un lado están acumuladas las fotos, esa ropa de uso diario, de entrecasa diría, que abrigan en la frialdad de las soledades y son aire fresco cuando arden los sentimientos. Hay de todo, por supuesto. Las que te hacen reír, las que tajan la piel en llanto, las que te recuerdan esos seres que ya no están, y también las que te transportan a ese rincón del mundo que te maravilló.

En otra parte están las cartas, palabras que en el cauce de los sentimientos nos bañan de afecto o de lágrimas y nos despellejan sonrisas acuosas sumergidas en el recuerdo siempre presente del momento que se fue.

También están los lápices de colores, y el papel barrilete, y el hilo multicolor…y frases, muchas frases, para llenar la vida con el arco iris de las palabras y sus sentires.

Y en un rinconcito -¡siempre lo más importante se oculta en un rincón!- una cajita diminuta donde anida el humedal de los besos que me consuelan en la abrumadora soledad de las noches. Y el eco de los fracasos, el dolor de los no pudo ser y la alegría de las noches de vino con amigas.

Y siempre, nunca falta dando vueltas en libertad, el perfume a esperanza, a ilusión renovada, a ganas de volver a creer, a sentir, a decirle a esos recuerdos permeables del ayer, que en el horizonte del mañana solo habrá lugar para sonrisas.

1 comentario:

  1. me conmovió. se que siempre sabes renovar ilusiones y cómo! así que
    te mando un beso para tu cajita diminuta

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