domingo, 25 de julio de 2010

Ensayo sobre la lucidez

El ejecutivo de la ciudad de Oporto, Portugal, se ha negado a que una de sus calles lleve el nombre del recientemente fallecido escritor, José Saramago, sin lugar a dudas uno de los más grandes representantes de la cultura de aquel país.


Ceguera tonta, egoísta, ignorante, la de este grupo de gobernantes de la derecha lusa, si es que piensan que negando este homenaje al Nobel de Literatura en 1998, podrán hacer olvidar las ideas que con tanta coherencia y ahínco defendió Saramago en su vida.


Seguro a Don José poco le importara esta circunstancia, a no ser porque confirmaría que esta ciudad tan importante de su querido país está en manos de figuras retrógradas, de escaso pensamiento y nulo nivel cultural.


Ya en 1991 tuvo que sufrir cuando el Partido Social Demócrata, por entonces en el Gobierno, prohibió la presentación al premio literario europeo de su libro “El Evangelio según Jesucristo”, lo que -dicen- motivó que Saramago fijara su residencia en la isla de Lanzarote, España.


Casi 2 décadas más tarde un alcalde del mismo partido, otra vez, vuelve a cerrar las puertas a este literato admirado y respetado en todo el mundo. Parece que los 19 años pasados no han sido nada: nada han aprendido y en nada han evolucionado los que siguen empeñados en aplicar su dedo censor sobre la figura del ilustre escritor.


Quizá se quedaron anclados en aquel mundo de ciegos que tan bien nos dibujó Saramago en su ensayo sobre la ceguera. Por suerte el mundo admira la lucidez de su escritor.

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