Quien asuma el valor de leer estas líneas podrá encontrarse con letras nacidas de sentimientos, de ideales y maneras de ver este mundo. Podrá estar de acuerdo o no, pero no dudar de que han sido escritas con la libertad absoluta de quienes no tienen nada que ocultar ni nadie que los calle. Queda en cada persona seguir o no con la lectura...están todas y todos invitados. Bienvenidas/os.
sábado, 17 de abril de 2010
Aquella visita a Pico
Era el año 1989 cuando el Club Sportivo Independiente de Pico decidió montar una especie de Feliz Domingo regional, una competición entre los cuartos cursos de colegios e institutos secundarios de todo el norte de La Pampa. Recuerdo que la idea prendió rápido y decidimos sumarnos, lo que demandó ante todo, largas reuniones en General Pico, las que afrontamos ente dos compañeros que nos erigimos como los delegados del grupo: “el Tombo” y yo.
La competencia fue interesante, el premio era un viaje a Bariloche y dimos lucha hasta el final. Por suerte contamos con el apoyo de mucha gente, sentíamos que el desafío no era solo nuestro, sino que era una ilusión compartida por el colegio y el pueblo. Quizá, a riesgo de ser injusto con otros profesores y profas, sea justo destacar el que nos desmostraron Gabriel Iglesias, Graciela Pellegrino y “Pato” Beraldi, siempre muy cercan@s a todos nosotr@s.
Las pruebas eran variadas: fútbol mixto, adivinar el personaje, ping pong de preguntas y respuestas, y el “yo sé”, entre otros. Y nuestra participación fue tan digna que se nos escapó el viaje apenas por perder un solo juego, el de armar un rompecabezas. Nunca olvidaré que nos tocó en suerte competir con los amigos del Colegio Lubetkin, y en desgracia que la figura de la cartelera de película a armar era extremadamente opaca, de una cara que se difuminaba entre la niebla espesa.
Perdimos y en aquel momento nos quedó la espina de que algo raro estaba pasando… se rumoreaba que quien debía ganar era un colegio de Pico, y ya en actividades anteriores veníamos notando sugestivas actitudes de la organización… quizá era que nos costaba sentir que se nos había escapado por poco o tal vez sí hubo alguna mano negra atravesando la participación sana de todos los colegios. Finalmente quedamos segundos, entre más de 30 colegios de toda la zona norte de La Pampa.
Pero de aquella ocasión el desafío mayor fue la organización conjunta de una gran fiesta. Nos tocó hacerla con compañer@s de la Escuela Normal de Pico y, precisamente, del Lubetkin, con quienes decidimos armar una cuyo motivo sería la cultura egipcia. Ellos se encargarían del decorado del salón y nosotros de la entrada, cubrir un pasillo de unos 15 metros de largo, pegado al lugar conocido como “Salón Rojo”
Allí fue que del ingenio de algún compañer@ surgió la posibilidad de hacer un túnel del tiempo que llevara desde los ’90 hasta el viejo Egipto de las pirámides… y nos pusimos en marcha. Con un viejo medio silo cedido por los padres de Betty, armamos la estructura, tarea que llevó muchos días y algunas noches de poner capas y más capas de papel y engrudo para fortalecerla… eran días de humedad y dado el corto plazo trabajábamos con pantallas calóricas a gas para acelerar el proceso de secado. ¡Toda una locura movilizante!, no había exámenes que valieran, nada nos distraía de aquel fascinante objetivo.
El garage de la casa de Fabricio fue el epicentro de aquella locura colectiva que seguimos con tantas ganas y afán. Una vez teníamos las paredes del túnel, había que dibujarlas, pintarlas… ¡ufff las cosas que uno es capaz de hacer cuando es joven sin otra intención que divertirse y pasarla bien con amistades!
Pero el toque final, recuerdo, lo daría Ricardo, quien en un trabajo de aplicación increíble, logró colocar a lo largo del túnel pequeñas luces de arbolito de Navidad que encendían y apagaban de forma totalmente coordinada y progresiva. Lo que se dice toda una obra de arte. En aquellos momentos, los mates fueron sirviendo para acompañar largas charlas, hermosos momentos de risas, de ilusiones.
Claro que el tema fundamental estaba en cómo trasladar esa mole de 15 metros de largo, y esa sí que fue otra historia…el mismo sábado de la fiesta, al mediodía, pusimos en marcha el operativo traslado. Éramos tod@s por la causa, los chicos y las chicas, sin distinciones, allí la cuestión de género no existían, apenas marcaban diferencia en las tareas los conocimientos de unos y otras para ciertas cada una de ellas.
Entonces, en el camión conducido por el papá de Cristina logramos colocar la estructura dentro de la caja, el problema –claro- era que nos quedaban más de 3 metros de túnel colgando. Así que el ingenio (y tal vez la imprudencia) pudieron más que las limitaciones… mientras algun@s íbamos dentro de la caja del camión sosteniendo el túnel para evitar movimientos que lo quebraran, otros ayudaban desde el auto de Guille, detrás del camión, casi pegados y asomando sus cuerpos por la ventanilla con largos palos que valían de prolongación de se sus brazos para sostenerlo desde abajo.
Me sigue causando mucha gracias el vernos entrando a Pico por la calle 9, un camión y un auto pegado a él, con gente asomando por las ventanillas, todo “a paso de hombre”, hasta la céntrica calle 18 entre 15 y 17, cortando el tráfico para poder descargar nuestro túnel, esa obra casi de ingeniería que tanto nos enorgullecía haber realizado. L@s compañer@s de Pico no podían creer lo que veían (tampoco nosotr@s cuando conocimos la formidable decoración interior que habían armado).
Luego vino otra historia, por la noche un grupo del Colegio Comercial de Pico se dedicó a empañar la fiesta, rompieron el túnel a patadas y prendieron fuego parte del decorado interior…tuvieron que asistir los bomberos y toda aquella fiesta casi se transformó en tragedia.
Nos quedó la impotencia de la maldad manifiesta y traicionera, pero sobre todo el aprendizaje –tal vez inconsciente- de que juntos podíamos asumir retos, que como en todo grupo podíamos tener diferencias, pero con un objetivo por delante cumplir los sueños era un reto que solo dependía de nosotros.
Fue buena aquella experiencia, por fuera de lo deportivo, nos demostramos y demostramos a quien lo dudara que podíamos, y llevamos con ganas y alegría el nombre de Trenel como bandera, motivo suficiente para sentirnos felices y orgullosos de lo quienes éramos y de dónde veníamos.
*** Texto realizado para los actos del 50 Aniversario del Instituto Privado 25 de Mayo de Trenel, La Pampa, Argentina.
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