Su caminar es lento, su cuerpo parece pesar más que nunca, pero no pierde su sonrisa, aunque sus ojos no brillen como otros días. Estará cansado, pienso, cansado de los calabozos y de ser detenido sin hacer daño a nadie. Cansado de la injusticia de ser perseguido por ser negro. Cansado de los que miran para otro lado cuando a él se empeñan una y otra vez en meterlo preso y criminalizarlo.
Viene desde la otra punta del pasillo, un guardia civil camina delante de él y otro detrás. Con él esposados en forma conjunta, una chica de rasgos latinoamericanos. Es el lento camino hacia el estrado del juez que espera. La ropa puesta es la misma desde hace tres días, incómodo por no poder bañarse.
Nos mira y se sonríe, no pierde su sonrisa, la que nos regala desde que le conocemos, la que pasea por el barrio con la humildad que relumbra en las buenas personas como él. Estira la mano, pero la férrea mirada del policía que viene detrás corta cualquier intento de abrazo hermano. Me hubiera abalanzado sobre él para decirle que no está solo, que somos muchas las personas que esperamos su libertad, pero uno siempre piensa en que le pueden decir a él, y se frena. ¡Mierda!, pienso al instante.
No hizo nada malo, y seguro que su compañera de camino tampoco, pero los pasean esposados, escoltados, que quienes los vean sepan que esta lacra no se acepta en la sociedad de consumo a la que todos colaboramos con nuestras (in)acciones y silencios.
Ni siquiera tendrá derecho a la dignidad de ser juzgado en soledad, ¿ahorro de tiempos y gastos? o simple desidia. Me pregunta el abogado si la chica que viene esposada con él es su pareja, lo niego, y me dice que eso no se puede hacer, que es ilegal. Pero se hace, con la escolta armada, con guantes para no tocarse con esa piel negra que resume años de lucha de los pueblos sometidos.
El juicio es rápido, un mero trámite a juzgar por su escasa duración. Y si las amistades no hacemos guardia frente al tribunal para dar a su abogado defensor algunos datos y documentación de nuestro amigo, la defensa será tan vana como absurda. ¿Hasta cuando seguiremos hablando de derecho a al defensa, entonces?
Es extraño, le defiende un abogado que no ha hablado con él previamente y que ni siquiera le conoce de nada. Una asistencia jurídica que en la práctica es un mero proceder burocrático, una defensa indolente, un circo bien armado.
Termina el juicio en escasos minutos y otra vez se van ambos esposados, los cuerpos pesan más aún. Lo veo irse de espaldas como en esas películas donde las despedidas se ciñen de tragedia. Ojalá sea un camino a la libertad, hermano, y no te conviertan en un arlequín más de esta parodia llamada justicia.
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