¿Qué lleva a un hombre que ama la escritura a alejarse de ella durante tanto tiempo? No un día o dos, sino dos o tres meses. ¿Qué extrañas fuerzas actúan sobre él para vaciarlo de ganas y fuerzas? ¿Pudo perderse la pasión y secarse el sentimiento?...
Muchas veces me pregunté en esta pausa de mi blog los por qué de mi desidia repentina. Tantas más me senté en el ordenador, abrí el word y tras machacar las teclas me di cuenta que escribía sin sentido, con la mente nublada por las menudencias de este mundo. Sólo, una y otra vez, suprimí las escuetas palabras y cerré la pantalla sin dejar recuerdos.
Alguna vez escuché decir que quienes pasan gran parte de su vida pensando en problemas ajenos “o bien no tienen problemas, o bien son incapaces de poder enfrentar los propios y por ello se abocan a los de los demás”. Parafraseando aquello –pienso- que tal vez en estos meses de no encontrar motivaciones fuera, tampoco me animé a escribir de las de adentro, de los miedos y fantasmas, de esas historias sin acabar que nos persiguen y vuelven una y otra vez, hasta la saciedad.
Pero aquí estoy de nuevo, sentado y viendo nacer las palabras que ayer nomás no aparecían. Un alivio, una alegría, la vuelta a un sentimiento, a una vocación que me empuja a escribir sobre lo que siento, sobre esas cosas que a cada paso me demuestran que sigo siendo humano. Lástima que los fantasmas siguen volviendo… ¿o será que ellos también serán necesarios para no perder mis rastros de humanidad?
me alegra tanto hermano, que vuelvas a las letras, por que sé que como yo hay mucha gente que necesita de tus palabras, para confirmar que no estamos solos en esta lucha por hacer un mundo mejor.
ResponderEliminar