jueves, 26 de febrero de 2009

De caras y caretas



En estos tiempos cobran especial relevancia las caras y las caretas, disfraces donde escondemos nuestra humanidad apostando a la incógnita de quien es quién en la danza carnavalesca de fiestas y encuentros paganos. Es lindo ver a nuestros niños salir disfrazados de hombre araña o del Zorro, y a grandes con caretas de Bush (perdonen ustedes la mala palabra) u Obama.

Pero en esta ocasión, la perla de los disfraces sin embargo, se la llevó el ministro de Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, que ceñido en el traje de Pinocho –el que mejor se adapta a sus desavenencias- salió a mentirnos a tod@s l@s español@s sobre los reales motivos de las redadas policiales en nuestros barrios. Primero dijo que no existían esos procedimientos vergonzosamente espurios, luego que todo era fruto de una confusión y se debía a un aumento de la delincuencia. Y finalmente que ya había dado la orden de eliminar lo que él mismo había ordenado: la existencia de cupos obligatorios de detención de inmigrantes. Es decir borrar con el codo lo que estaba escrito con la mano y ya todos sabíamos a través de la prensa.

El segundo premio es para los disfraces policiales, vestidos al más puro toque angelical desde los distintos sindicatos de la policía salieron a pedir que se termine con las redadas en los barrios, que no es justo detener a gente que viene de trabajar, que ya no aguantan más de “engordar” estadísticas a base de detener inocentes. A priori un hermoso discurso que invita casi a ponerle alas en la espalda de cada uniforme, sino fuera porque a diario se suceden testimonios que denuncian que más de un efectivo manda al infierno a algún inmigrante a fuerza de golpes, abuso de poder e insultos racistas. Para ser claros, no quieren órdenes ni obligaciones, pero algunos lo hacen con un “amor” que daría envidia al mismo Franco.

Ahora bien, en ese panorama la pregunta que se impone es ¿qué máscara nos ponemos nosotros como sociedad toda? O quizá mejor aún, ¿cuál como personas que decimos y creemos defender los Derechos Humanos?

¿Acaso es justo reclamar por el cierre de la cárcel de Guantánamo y tolerar que en el Centro de Internamiento de Aluche (CIE), ese edificio de aspecto circense que tenemos en la puerta de nuestras casas, más de 250 personas -mujeres embarazadas entre ellas- estén 40 días presas por la mera falta administrativa de no tener su documentación en regla?.

¿Hasta cuándo dejaremos dormir en un cajón la careta de la dignidad mientras muchos son perseguidos porque su cara es de color negra, oscura, o simplemente sus rasgos asiáticos o andinos? ¿Seguiremos escondiéndonos en nuestros disfraces de “yo no vi nada” mientras a una señora dos policías la cargan en un furgón por no tener documentación española? ¿Es mejor continuar con el traje de consumidor precario comprando el CD en el manta y permaneciendo impávido cuando a ese mismo que nos vendió la última peli de la cartelera le caen 2 años de cárcel por haberse ganado la vida de esa manera?

¿Y si nos disfrazamos de inmigrante para sentir el miedo en el cuerpo? ¿Soportaríamos el grito sordo del argelino Ali Khamel cuando –según relatan los testigos del mismo CIE y se ha denunciado en la Justicia- la policía le fracturó a golpes su brazo en dos partes? ¿Cuánto menos sonrientes andaríamos si no pudiéramos caminar sin sentir que podemos ser detenidos en cada boca de metro, de tren o en la calle misma para ser encarcelados 40 días y luego expulsados con esposas en las muñecas?

Tal vez haya llegado la hora de tirar las máscaras al piso y dar la cara, y demostrar que aquellas luchas regadas de dignidad para ganar las libertades que supimos conquistar, no quedaron en el pasado. Que no nos hace digno el ayer sino la acción de cada día, que la represión fue y será siempre un motivo para denunciar y reclamar que se termine, sea quien sea la víctima.

Que el miedo no nos gane y la mentira escondida no nos engañe. Podemos guardar nuestra careta hasta el próximo carnaval, pero no olvidar que por su cara, por sus rasgos de origen, cientos de personas están siendo perseguidas y detenidas en nuestras mismas narices.

No hay comentarios:

Publicar un comentario