viernes, 31 de agosto de 2007

El adios al querido "Negro" Fontanarrosa


La idea de crear este blog nació en un viaje de retorno de Asturias a Madrid, hablar de cómo unir texto y fotografía sin tener demasiado conocimiento informático derivó en esta posibilidad.
Sin embargo, la apertura del mismo no será ya para contarles de las virtudes de esa tierra hermosa de norte español, sino para desgranar los sentimientos que me embargan por el fallecimiento del querido "Negro" Roberto Fontanarrosa, argentino, escritor, futbolero fanático, humorista sin igual, dibujante genio, padre de dos de los mejores cómic que haya leído jamás, como Boogie el Aceitoso o Inodoro Pereyra, antihéroes que a su estilo supieron entrar en el corazón de los lectores.
Alguna vez tuve oportunidad de intercambiar alguna palabra con él, pero eso -claro está- no me habilita para decir que "he hablado", en todo el sentido que esos términos implican. Simplemente habrá sido una felicitación tras alguna charla, un pedido de autógrafo acompañado de un dibujo rápido del gaucho Inodoro, todo en ámbitos donde el Negro no se cansaba de atender una tras otra las demandas afectuosas que la gente le hacía.
El Negro, para los amigos españoles que no saben de él, era un tipo común, de los que daba gusto escuchar, curtido en bares de los de allá, es decir, con rueda de amigos en torno a la mesa del café, sin música que atrone los oídos y la charla incansable como única sinfonía y, a su vez, fuente de sabiduría popular. Nacido en la ciudad de Rosario, una tierra que dia a luz entre otras personalidades de nuestra cultura a Fito Páez y el "Negro" Olmedo...y ni que hablar del Che Guevara, hijo pródigo también, de estos lares. Y las mujeres, párrafo aparte!.
Tenía la capacidad de resumir en una viñeta, en un escaso "globito" (como decimos los ignorantes en la materia) que salía de la boca de alguno de sus personajes, toda una sentencia. Recuerdo por caso aquella frase genial de Inodoro que tal vez nunca se borre de mi mente (Dios no permita semejante barbaridad!), cuando intenta explicar a su fiel ladero, el perro Mendieta el por qué de su vida junto a su moustrosa mujer "la Eulogia":

.- Dígame Don Inodoro, ¿usté está con la Eulogia por alguna promesa? -le pregunta su perro al ver que la esposa revolea al gaucho un mate por la cabeza.
.- Mire Mendieta, el hombre se deslumbra con la Mujer Linda, se asombra con la Inteligente...y se queda con la que le da pelota.- sentenció el gaucho.

Pero no crean que eso era machismo, apenas una frase que escondía la ternura de este gaucho de las pampas que debía su apellido al de su madre, y su nombre en honor al padre "que era sanitario". Si hasta alguna vez llegó a confesarle a su muchacha pasada en kilos que si volviera a nacer, la eligiría de nuevo como compañera..."Endijpué de tantos años, si tengo que elegir otra vez, la elijo a la Eulogia con los ojos cerrados -dice tierno, el renegau -. Porque si los abro elijo a otra".
Decir Fontanarrosa es hablar, también de fútbol, de su pasión por los colores que lo hacían morir de alegría o tristeza, los de su Rosario Central. Canalla fervoroso en los últimos años de su carrera hasta tuvo el honor de crear el logotipo que ahora, el club de sus amores lleva en la camiseta. Todo un orgullo, todo un merecido premio.
Alguna vez contó incluso, que sus prolongadas horas de sueño hasta el mediodía sólo dos veces se vieron interrumpidas antes de las 11 de la mañana por su esposa: la primera cuando le anunció que habíamos invadido las Malvinas, la segunda, para decirle que Maradona había firmado contrato con Newell's (el equipo contrario a su Rosario amado). "No sé qué me puso más triste", confesó.
La última vez que pude ver y escucharlo fue en la Casa de América en Madrid, hace un par de años. Se presentó como era él, "Negro 100%", como rezaba la camiseta que lucía en esa ocasión. Y acaparó la atención de los presentes con su gracia habitual, su picardía bien entendida, su lucidez y sinceridad para contar que la creación de su gaucho Inodoro, lejos estaba de nacer de su sabiduría campera. "Contando toda mi vida, no sé si sumo 4 horas en el campo, y seguro al lado de un asado", comentó riendo.
Ahora se fue, una enfermedad rara, complicada, progresiva, que lo tenía en vueltas desde hacía tiempo, marcó su final. Nos queda a todos la presencia de sus inigualables trabajos.
Y a mí, el recuerdo de noches de verano en un viejo piso de estudiantes en Lomas de Zamora, Buenos Aires, riendo a carcajadas con el "Salta" Horacio Echazú, lector empedernido de los libros de Inodoro...mientras por la ventana los vecinos nos chistaban implorando silencio. "Que lo parió", dirá hoy el Mendieta, en una lágrima de tristeza por la pérdida irreparable. Chau Negro, te extrañaremos.

Texto escrito el 20/07/2007

No hay comentarios:

Publicar un comentario